miércoles, 16 de mayo de 2012

Desierto.

Ya casi daban las dos.. ¿o las tres? Vagamente lo recuerdo. Las pupilas de la Luna bailaban al son de mis remordimientos, un cielo escurridizo y abandonado amenazaba con desprenderse. Mis pasos, sordos y huecos, amenizaban el sendero que conducía hacia la cordura. La playa permanecía muda, terriblemente bella. Y de ti, poco recuerdo. Solo sé que sucedió, que los andamios de todo este tiempo pasado se desintegraron entre mis dedos, deshilachándose cual miga de pan. Surgió que la tormenta por fin había encontrado otro lugar donde descargar su ira, desapareciendo. Se desvanecieron el odio y sus caprichos, el tintineo de la vida rozando lo inalcanzable, las miradas pálidas, desoladas. Y me encontré junto al mar, sonriendo a esa Luna que tantas y tan malas cavilaciones me había brindado, dibujando en mi cara la más grande de las paradojas. Feliz porque tú eres feliz y yo lo soy, cada uno en su lugar hallado. Tú en tu cálido abrigo, y yo en mi invierno prematuro.

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